miércoles, 29 de marzo de 2017

Cine y psicología






Más allá de las alfombras rojas, el glamour y los líos sentimentales que protagonizan las actrices y actores, el cine tiene una relación muy estrecha con la psicología.



El cine no es sólo cine. Más allá de ser un entretenimiento, el cine nos acerca a otras realidades, a otras vidas. Ver una película es una experiencia en la que ponemos nuestros sentidos y nos acerca a entender a sus protagonistas en sus hazañas.



Reímos, lloramos, nos angustiamos, nos enfadamos, sentimos impotencia, rabia, miedo y más sentimientos que seguramente me deje, que hacen que ver una película sea algo más que sentarse delante de una pantalla a pasar el rato.

Dos horas no son sólo una actividad de placer, sino que podemos entrenar nuestra empatía, afinarla, cuestionar nuestras creencias, conocer otras realidades y ponernos en la piel de sus protagonistas en sus experiencias.



En general, el cine tiene un alto contenido psicológico, porque la vida la tiene y, el cine es un reflejo de la realidad, de la vida.

Muchos directores/as se han acercado al mundo de lo psicológico centrando sus guiones en trastornos psicológicos específicos. Ya sea con un resultado óptimo o no, han conseguido transmitir a través de sus largometrajes diferentes patologías que no son ficción y afectan a personas reales.



El uso de diversos trastornos en los films transmite al público dos ideas contrapuestas sobre las diferentes patologías. La positiva es la concienciación sobre los trastornos mentales y sobre la afectación en la vida de aquellos que los padecen, ayudando a la empatía. Por otro lado tenemos la versión más negativa: la idea errónea y peligrosa de ciertas patologías, no ajustándose a la realidad.



Un ejemplo claro es el manejo de la psicopatía en el cine. Todos pueden dar una descripción de un psicópata, basándose en los perfiles que las películas han dado de este trastorno. Esta ficción no se ajusta a la realidad del trastorno. Los medios de comunicación tampoco ayudan mucho al respecto. Cuando se habla de psicópatas siempre se hace de personas que han matado o han cometido actos violentos. Más allá de esta distorsión, el perfil psicópata se manifiesta en muchos aspectos de la vida del afectado y no se centra en quitar la vida a nadie.



Diferentes ejemplos de películas que tratan la psicopatía:



-         American Psycho (2000). Mary Harron

-         El silencio de los corderos (1991). Jonathan Demme

-         La naranja mecánica (1971) Stanley Kubrick

-         Seven (1995) David Fincher

-         Tenemos que hablar de Kevin (2011) Lynne Ramsay

-         Funny games (2007) Michael Haneke

-         El perfume (2006) Tom Tykwer

jueves, 2 de marzo de 2017


Salud mental vs salud física




“Si tienes depresión es porque quieres”, “Estas así porque no quieres mejorar”, “Yo no tengo depresión porque no tengo tiempo”, “¿Por qué no intentas animarte?”, y otras perlas como estas son las que te encuentras cuando se habla de enfermedades mentales, o cuando padeces una.

En cambio cuando alguien sufre una enfermedad física no se hacen esos comentarios o no se dan esos consejos tan desafortunados. No se oye a alguien decirle a otro que trate de mejorar o tener buen ánimo, en el caso de padecer un cáncer. Entonces, ¿Por qué una persona que sufre una enfermedad mental tiene que hacerla sentir menos? ¿Por qué le hacen sentir como si lo que sufre fuese culpa suya?

Diversas situaciones o ciertos comentarios son muy desafortunados pero esconden una realidad que va más allá del ámbito social. El trato y la visión distorsionada hacia los trastornos mentales proviene de la administración pública que no le da la importancia que debería, escenificada con las dotaciones económicas insuficientes que se suministran para tal fin, y que se ha ido transmitiendo a lo largo de los años.

He llegado a diferentes conclusiones de porqué esto es así. Y son estas: 

* Primera conclusión: las personas no tratan igual una enfermedad física  como una mental. El porqué de esto supongo que se basa en la ignorancia hacía ciertas enfermedades y sobre el desconocimiento de como se producen y de como se desarrollan. No tenemos cultura para hablar de ciertas enfermedades y, una vez hablamos claro sobre el cáncer (ya no denominándolo larga enfermedad), ahora es el turno de los trastornos mentales.

* Segunda conclusión: existe un tabú sobre el padecer una enfermedad mental. A tenor de lo primero, el desconocimiento hace que, en general, se cree un tabú social hacía lo ajeno y desconocido. El simple hecho de ser algo de lo que no se habla abiertamente se ejemplifica en como se suele ocultar el tomar medicamentos psiquiátricos y/o acudir a un especialista de la salud mental, como puede ser una psicólogo o psiquiatra.

* Tercera conclusión: los servicios sanitarios, más concretamente, las administraciones públicas, no ponen voluntad para tratar las enfermedades mentales y siguen sin equipararlas a las enfermedades físicas. Actualmente, la OMS alerta del incremento de las enfermedades mentales, más concretamente de la depresión como primera causa de enfermedad en el mundo. Si existe está realidad, ¿por qué no se ponen los mismos medios que con otras dolencias?

* Cuarta conclusión: las enfermedades mentales no se ven. Es decir, parece que al no poder detectar cambios físicos que acrediten la dolencia, no exista. Puedes sufrir depresión, ansiedad u otros trastornos, pero si continuas con tu vida y con tus obligaciones laborales o familiares parece que no estas enfermo. Tenemos una creencia muy firme que relaciona el estar enfermo con estar en cama o en casa, convaleciente. Pero no es así. Por ello, quien sufre un trastorno mental no es visto como alguien que realmente este enfermo.

Por todo ello, se debe hacer más concienciación social sobre los trastornos mentales, eliminando creencias o estereotipos que abundan en el imaginario popular y que sólo consiguen postergar una idea errónea e inadecuada de los trastornos mentales.