Más allá de las alfombras rojas, el glamour y los
líos sentimentales que protagonizan las actrices y actores, el cine tiene una
relación muy estrecha con la psicología.
El cine no es sólo cine. Más allá de ser un
entretenimiento, el cine nos acerca a otras realidades, a otras vidas. Ver una
película es una experiencia en la que ponemos nuestros sentidos y nos acerca a
entender a sus protagonistas en sus hazañas.
Reímos, lloramos, nos angustiamos, nos enfadamos,
sentimos impotencia, rabia, miedo y más sentimientos que seguramente me deje,
que hacen que ver una película sea algo más que sentarse delante de una
pantalla a pasar el rato.
Dos horas no son sólo una actividad de placer,
sino que podemos entrenar nuestra empatía, afinarla, cuestionar nuestras
creencias, conocer otras realidades y ponernos en la piel de sus protagonistas
en sus experiencias.
En general, el cine tiene un alto contenido
psicológico, porque la vida la tiene y, el cine es un reflejo de la realidad,
de la vida.
Muchos directores/as se han acercado al mundo de
lo psicológico centrando sus guiones en trastornos psicológicos específicos. Ya
sea con un resultado óptimo o no, han conseguido transmitir a través de sus
largometrajes diferentes patologías que no son ficción y afectan a personas
reales.
El uso de diversos trastornos en los films transmite
al público dos ideas contrapuestas sobre las diferentes patologías. La positiva
es la concienciación sobre los trastornos mentales y sobre la afectación en la
vida de aquellos que los padecen, ayudando a la empatía. Por otro lado tenemos
la versión más negativa: la idea errónea y peligrosa de ciertas patologías, no
ajustándose a la realidad.
Un ejemplo claro es el manejo de la psicopatía en
el cine. Todos pueden dar una descripción de un psicópata, basándose en los
perfiles que las películas han dado de este trastorno. Esta ficción no se
ajusta a la realidad del trastorno. Los medios de comunicación tampoco ayudan
mucho al respecto. Cuando se habla de psicópatas siempre se hace de personas
que han matado o han cometido actos violentos. Más allá de esta distorsión, el
perfil psicópata se manifiesta en muchos aspectos de la vida del afectado y no
se centra en quitar la vida a nadie.
Diferentes ejemplos de películas que tratan la
psicopatía:
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American Psycho (2000). Mary Harron
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El silencio de los corderos (1991). Jonathan Demme
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La naranja mecánica (1971) Stanley Kubrick
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Seven (1995) David Fincher
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Tenemos que hablar de Kevin (2011) Lynne Ramsay
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Funny games (2007) Michael Haneke
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El perfume (2006) Tom Tykwer