viernes, 24 de abril de 2020

Zona de confort


La vida es un largo camino de aprendizajes y de enseñanzas que nos ayudan a avanzar. Solemos dar pequeños pasos que nos ayudan a conseguir nuestros objetivos a largo plazo. Desde pequeños vamos pasando por diferentes etapas, tanto a nivel educativo como emocional y de desarrollo físico.



A nivel físico y evolutivo, los cambios biológicos en ocasiones nos abruman y nos hacen enfrentarnos a una realidad que, en muchas ocasiones, no podemos parar ni cambiar. La adolescencia o el envejecimiento son dos etapas evolutivas que suelen ser difíciles de asimilar, sobretodo por los cambios drásticos que se van dando en el cuerpo.



Respecto a los aprendizajes, son cambios que van formándonos y que nos dan las herramientas para avanzar en la dirección que nos proponemos. Tanto a nivel académico como a nivel social, los cambios ayudan a ir ajustándonos a las nuevas exigencias del entorno.



Todo ello nos reporta una confianza que la denominamos la zona de confort. Esta zona es aquella en la que nos encontramos seguros, ya que lo tenemos todo bajo control. En esta zona sentimos confianza, pisamos en suelo firme y podemos ser nosotros mismos porque tenemos controlado todos los aspectos en los que nos movemos. Mantenerse en esta zona es positivo porque nos ayuda a estar centrados, seguros y nos garantizan estabilidad. Ya sea en la vida laboral como en la personal, el sentimiento de seguridad es importante. Aunque también salir de esta zona puede paralizarnos para poder avanzar, ya que perder la seguridad nos da miedo y nos puede inhibirnos en contra de nuestros intereses.

La vida es un largo camino de aprendizajes y de enseñanzas que nos ayudan a avanzar. Solemos dar pequeños pasos que nos ayudan a conseguir nuestros objetivos a largo plazo. Desde pequeños vamos pasando por diferentes etapas, tanto a nivel educativo como emocional y de desarrollo físico.

A nivel físico y evolutivo, los cambios biológicos en ocasiones nos abruman y nos hacen enfrentarnos a una realidad que, en muchas ocasiones, no podemos parar ni cambiar. La adolescencia o el envejecimiento son dos etapas evolutivas que suelen ser difíciles de asimilar, sobretodo por los cambios drásticos que se van dando en el cuerpo.

Respecto a los aprendizajes, son cambios que van formándonos y que nos dan las herramientas para avanzar en la dirección que nos proponemos. Tanto a nivel académico como a nivel social, los cambios ayudan a ir ajustándonos a las nuevas exigencias del entorno.

Todo ello nos reporta una confianza que la denominamos la zona de confort. Esta zona es aquella en la que nos encontramos seguros, ya que lo tenemos todo bajo control. En esta zona sentimos confianza, pisamos en suelo firme y podemos ser nosotros mismos porque tenemos controlado todos los aspectos en los que nos movemos. Mantenerse en esta zona es positivo porque nos ayuda a estar centrados, seguros y nos garantizan estabilidad. Ya sea en la vida laboral como en la personal, el sentimiento de seguridad es importante. Aunque también salir de esta zona puede paralizarnos para poder avanzar, ya que perder la seguridad nos da miedo y nos puede inhibirnos en contra de nuestros intereses.  


Cuando queremos cambiar, tomar una decisión importante, pretendemos salir de esta zona de confort y entramos en la zona de miedo. Para poder pasar por ella surgen dudas, miedos que pueden paralizar y que no avancemos. Las excusas, las opiniones de los demás o la falta de confianza en nuestras capacidades son barreras que nos pueden impedir dar el paso hacía nuevas experiencias o nuevos retos. No quedarse paralizado por el miedo nos ayudará a poder reevaluarnos y creer en nuestras capacidades, así como en nuestras debilidades.   

El avance nos ayuda a aprender, a superarnos, a enfrentarnos a nuestros miedos fomentando nuestra confianza, reforzando nuestras capacidades y adquiriendo nuevos conocimientos y habilidades. La experiencia que vamos adquiriendo a lo largo de la vida nos empuja a ir emprendiendo nuevos retos y a querer avanzar hacía el logro de nuestros sueños. La zona de aprendizaje nos da paso a la zona de crecimiento que es donde nos situamos una vez que nos aventuramos a no ser vencidos por los miedos, las inseguridades y la valoración negativa de los demás.
La zona de confort se va ampliando de manera paulatina a lo largo de nuestro trayecto, pero hay objetivos que nos confrontan más o nos conectan con nuestras inseguridades que pueden ser un handicap para lograr lo que deseemos.

Es importante valorarnos de una manera realista en la que podamos poner los pros y los contras con respecto a las decisiones que tomamos. El miedo y las inseguridades son normales cuando queremos afrontar un nuevo desafío porque nos da miedo lo nuevo y los cambios pueden dar vértigo, pero más miedo da quedarse en la zona de confort y perder posibilidades y nuevos conocimientos.  



Cuando queremos cambiar, tomar una decisión importante, pretendemos salir de esta zona de confort y entramos en la zona de miedo. Para poder pasar por ella surgen dudas, miedos que pueden paralizar y que no avancemos. Las excusas, las opiniones de los demás o la falta de confianza en nuestras capacidades son barreras que nos pueden impedir dar el paso hacía nuevas experiencias o nuevos retos. No quedarse paralizado por el miedo nos ayudará a poder reevaluarnos y creer en nuestras capacidades, así como en nuestras debilidades.   



El avance nos ayuda a aprender, a superarnos, a enfrentarnos a nuestros miedos fomentando nuestra confianza, reforzando nuestras capacidades y adquiriendo nuevos conocimientos y habilidades. La experiencia que vamos adquiriendo a lo largo de la vida nos empuja a ir emprendiendo nuevos retos y a querer avanzar hacía el logro de nuestros sueños. La zona de aprendizaje nos da paso a la zona de crecimiento que es donde nos situamos una vez que nos aventuramos a no ser vencidos por los miedos, las inseguridades y la valoración negativa de los demás.

La zona de confort se va ampliando de manera paulatina a lo largo de nuestro trayecto, pero hay objetivos que nos confrontan más o nos conectan con nuestras inseguridades que pueden ser un handicap para lograr lo que deseemos.



Es importante valorarnos de una manera realista en la que podamos poner los pros y los contras con respecto a las decisiones que tomamos. El miedo y las inseguridades son normales cuando queremos afrontar un nuevo desafío porque nos da miedo lo nuevo y los cambios pueden dar vértigo, pero más miedo da quedarse en la zona de confort y perder posibilidades y nuevos conocimientos.  

miércoles, 22 de abril de 2020

Autoestima


La autoestima es la valoración que hace una persona sobre si misma. Este sentimiento es subjetivo, ya que los pensamientos y sentimientos que tiene hacía ella misma son el resultado de diferentes variables que confluyen en todo lo que cree de ella.



Aún siendo una valoración personal, una parte de las creencias propias tienen una base en los mensajes que recibimos del exterior. Desde que nacemos, recibimos constantes valoraciones de los padres o familiares más cercanos. La forma cómo se dirigen y la calidad de estos nos van guiando el camino hacía una determinada autoestima. Es decir, la manera cómo recibimos estos mensajes van forjando la forma como nos vemos y como nos ven los demás. Si se valoran los aspectos positivos y se refuerzan los puntos negativos de una forma constructiva, la autoestima que se vaya desarrollando será buena. El autoconcepto que tendremos será positivo porque nos valoraremos de una manera justa, conociendo nuestros puntos fuertes y reconociendo los débiles. En cambio, si los mensajes recibidos son negativos o sólo valoran nuestros errores, la autoestima que se va desarrollando tendrá una tendencia a ser baja.



La baja autoestima es una realidad muy común en terapia. Generalmente, la autoestima y el autoconcepto es bueno, pero determinadas épocas o por diferentes situaciones, estos dos aspectos se ven tocados y afectados seriamente. Es común que en terapia se aborde este tema cuando se presentan casos de ansiedad y/o depresión así como otros trastornos.



Tendemos a valorar a los demás de una manera más justa y somos objetivos, destacando la parte buena y positiva de los que tenemos cerca. Pero, en cambio, cuando se trata de valorarnos a nosotros mismos, esa visión se distorsiona y nos volvemos más crueles y tiranos con la valoración propia. Menospreciamos nuestros logros o no les damos el valor que tienen, tendemos a ser nuestros peores enemigos en cuanto a juzgarnos, algo que no es muy justo. ¿Por qué nos comportamos así? ¿Por qué los demás siempre son vistos cómo mejores? Cada uno puede tener una respuesta diferente a estas preguntas, pero la tendencia a la comparación es la más común y la que más daño nos hace. Quizás porque lo hemos visto desde pequeños, porque lo han hecho con nosotros o por la razón que sea, nuestra persona siempre sale dañada y perjudicada, mermando nuestra autoestima. Una valoración constante y negativa puede provocar y mantener la depresión, la ansiedad y otros trastornos del ánimo.



Por el contrario, tener una alta autoestima es positivo en cuanto que nos valoramos de una manera óptima y ajustada a nuestra realidad. Aunque también es posible que la valoración, al ser subjetiva, tienda a ser un reflejo distorsionado de la propia realidad y el autoconcepto sea una muestra de una visión demasiado ególatra de uno mismo, destacando por la falta de autocrítica y en una valoración propia distanciada de la realidad.



Trabajar la autoestima es una herramienta fundamental para poder mejorar en diferentes aspectos y es esencial hacer hincapié en ella cuando se trabaja la depresión o la ansiedad, ya que casi siempre este aspecto está seriamente dañado. 

Cuando veamos que nos juzgamos de una manera poco sana o que nos va creando pensamientos negativos, lo primero es intentar parar estos pensamientos y valorar porque nos estamos diciendo ciertos mensajes. Poder conocer que función tienen y porque surgen es importante para poder saber como gestionarlos. Analizarlos y valorar si se ajustan a la realidad. No siempre es una tarea fácil, pero ejercitarlo puede ser una buena manera de comenzar a contrarrestar el poder que en muchas ocasiones ejercen en nosotros. También el hablar con las personas de nuestro alrededor puede ser útil para "vernos" desde fuera y desmontar las creencias que podamos tener de como los demás nos ven. Esta herramienta es muy positiva porque nos ayuda a tener una versión más realista de nosotros mismos a través de la mirada del otro.  

martes, 21 de abril de 2020

Terapia online

En un post anterior, ya hablé de la terapia online. En él destacaba las ventajas de poder realizar esta modalidad de terapia, que ahora mismo es la única manera de poder recibir terapia o continuar con la que se estuviera realizando. 

La situación que estamos viviendo es un momento de incertidumbre y de una realidad nueva, que va a cambiar nuestra manera de ver la vida y de relacionarnos. Aunque es una pandemia global, los sentimientos y pensamientos negativos sobre cómo estamos viviendo todo esto puede estar afectándonos de manera que pensemos que lo que nos está pasando no es normal. Ansiedad, depresión, agresividad, apatía u otros trastornos pueden ser habituales, sobretodo a medida de que se vaya alargando el confinamiento. 

Dada las consecuencias negativas que el coronavirus está teniendo en la economia y ante la creciente demanda y necesidad de atención psicológica, el servicio de terapia online baja de precio. La sesión de una hora que antes tenía el precio de 40 euros, se reduce a 20 euros/sesión. Está rebaja se mantiene indefinida. 

En la modalidad online, la primera entrevista informativa es gratuita y su duración es de 30 minutos. 
Para ponerse en contacto unmundodepsicologia@gmail.com

No lo dudes y contacta. 

martes, 7 de abril de 2020

Duelo por coronavirus

La excepcional situación que estamos viviendo puede estar creando diferentes pensamientos negativos como pueden ser la ansiedad, la incertidumbre ante una situación nueva e inquietante, la depresión u otros trastornos que puedan surgir tras esta pandemia y las circunstancias que la envuelven, como puede ser el confinamiento.

Este post quiere hacer hincapié en una situación que va a trascender a este episodio: la muerte de un familiar, amigo/a o conocido por este virus.

La muerte en si es un episodio de nuestra vida por la que todos vamos a pasar en algún momento. Si bien, dependiendo de diferentes factores, este suceso es un es un hecho traumático para todos, los fallecimientos que se están produciendo por esta pandemia resultan aún más difíciles de realizar o, al menos, de elaborar. Las circunstancias que giran entorno a estas muertes son anómalas y puede que tengan una consecuencia negativa en familiares y amigos de las víctimas. El hecho de no poder velar el cuerpo, no poder acompañar a familiares y amigos, no abrazar ni poder tener ningún acercamiento, muy importante en estos momentos, hacen que la vivencia de este episodio sea mucho más traumática que en circunstancias normales.

Con la excepcionalidad de esta situación, el duelo puede verse afectado por la dificultad de realizar las rutinas propias de un fallecimiento. El proceso se puede complicar o no elaborar de una manera más sana. Es decir, el duelo se puede complicar y generar en las personas afectadas más dolor del que ya de por si supone una muerte. Las medidas como el distanciamiento social y la falta de gestos como los abrazos, los besos pueden acentuar la soledad, la rabia y la tristeza.

Reinventarse con respecto a est nos ayudará a realizar gestos que pueden servirnos para elaborar el duelo más adaptativo y que nos haga sentir más cerca de nuestros sentimientos.

Unos consejos serían estos siguientes, aunque se pueden elaborar otros, según a cada persona le vaya mejor:

- Sería aconsejable hablar de la pérdida con familiares y amigos. El confinamiento no necesariamente tiene que ser un confinamiento también social. Hablar nos ayudará a sentirnos acompañados, tanto en casa como con familiares o amigos que no estén con nosotros.

- Realizar un homenaje a la persona en casa, como si de un funeral se tratara. De esta manera se rinde culto a la persona fallecida de manera que los familiares puedan ir desarrollando el duelo. Después, una vez pasado este episodio de pandemia, realizar un funeral real, donde se puedan reunir todas las personas que querían a la persona desaparecida.

- Crear un rincón, un altar puede ayudar a ir aceptando la pérdida. En él se pueden poner recuerdos, fotos, o símbolos religiosos. Objetos con una carga simbólica que nos hagan sentir más cerca de nuestro ser querido.

- Escribir es una buena herramienta terapèutica. Escribir a nuestro ser querido sobre nuestros sentimientos, sobre cómo nos sentimos con su pérdida, lo que echaremos de menos puede ayudar a comunicar aquellos que nos hubiera gustado en persona. No debe ser una carta de despidida, de hecho eso no ayuda. Puede ser un poema, una carta, una canción o cualquier artística que nos ayude a exteriorizar lo que sentimos.

- Asimismo, también podemos escribir los sentimientos que estamos sintiendo, como puede ser la tristeza, la rabia, la ira, la incomprensión, la incertidumbre o cualquier que sintamos. Con ello sacamos nuestro malestar fuera. Externalizarlo nos ayudará a que no se queda dentro, aunque podemos hacerlo de otras maneras.
- Seguro que hay otras formas de poder realizar algún gesto que nos acerque a nuestro dolor. Cualquier acción que nos aproxime a él nos ayudará a gestionar la situación.

Las circunstancias que envuelven esta situación son tan anómalas que nos hacen enfrentarnos a situaciones que nunca habríamos pensado. El hecho de no poder despedir a un ser querido ni poder estar a su lado en sus últimos momentos nos puede inducir a un sentimiento de culpa que nos haga sentirnos aún peor. Es difícil lidiar con este sentimiento que suele atormentarnos. La situación es la que es y culpabilizarse es inútil y contraproducente para poder sobrellevar el duelo. Hablar o expresarlo por diferentes canales será útil para aligerar este sentimiento y poder desculpabilizarse.

No hay una solución para llevar lo que estamos viviendo, sino más bien tenemos las herramientas que nos pueden ayudar a sobrellevar el duelo y que este no se transforme en un duelo complicado.