La autoestima
es la valoración que hace una persona sobre si misma. Este sentimiento es
subjetivo, ya que los pensamientos y sentimientos que tiene hacía ella misma
son el resultado de diferentes variables que confluyen en todo lo que cree de
ella.
Aún siendo una valoración personal, una parte de
las creencias propias tienen una base en los mensajes que recibimos del
exterior. Desde que nacemos, recibimos constantes valoraciones de los padres o
familiares más cercanos. La forma cómo se dirigen y la calidad de estos nos van
guiando el camino hacía una determinada autoestima. Es decir, la manera cómo
recibimos estos mensajes van forjando la forma como nos vemos y como nos ven
los demás. Si se valoran los aspectos positivos y se refuerzan los puntos
negativos de una forma constructiva, la autoestima que se vaya desarrollando
será buena. El autoconcepto que
tendremos será positivo porque nos valoraremos de una manera justa, conociendo
nuestros puntos fuertes y reconociendo los débiles. En cambio, si los mensajes
recibidos son negativos o sólo valoran nuestros errores, la autoestima que se
va desarrollando tendrá una tendencia a ser baja.
La baja autoestima
es una realidad muy común en terapia. Generalmente, la autoestima y el
autoconcepto es bueno, pero determinadas épocas o por diferentes situaciones,
estos dos aspectos se ven tocados y afectados seriamente. Es común que en
terapia se aborde este tema cuando se presentan casos de ansiedad y/o depresión
así como otros trastornos.
Tendemos a valorar a los demás de una manera más
justa y somos objetivos, destacando la parte buena y positiva de los que
tenemos cerca. Pero, en cambio, cuando se trata de valorarnos a nosotros
mismos, esa visión se distorsiona y nos volvemos más crueles y tiranos con la
valoración propia. Menospreciamos nuestros logros o no les damos el valor que
tienen, tendemos a ser nuestros peores enemigos en cuanto a juzgarnos, algo que
no es muy justo. ¿Por qué nos comportamos así? ¿Por qué los demás siempre son
vistos cómo mejores? Cada uno puede tener una respuesta diferente a estas
preguntas, pero la tendencia a la comparación es la más común y la que más daño
nos hace. Quizás porque lo hemos visto desde pequeños, porque lo han hecho con
nosotros o por la razón que sea, nuestra persona siempre sale dañada y
perjudicada, mermando nuestra autoestima. Una valoración constante y negativa
puede provocar y mantener la depresión, la ansiedad y otros trastornos del
ánimo.
Por el contrario, tener una alta autoestima es
positivo en cuanto que nos valoramos de una manera óptima y ajustada a nuestra
realidad. Aunque también es posible que la valoración, al ser subjetiva, tienda
a ser un reflejo distorsionado de la propia realidad y el autoconcepto sea una
muestra de una visión demasiado ególatra de uno mismo, destacando por la falta
de autocrítica y en una valoración propia distanciada de la realidad.
Trabajar la autoestima es una herramienta
fundamental para poder mejorar en diferentes aspectos y es esencial hacer
hincapié en ella cuando se trabaja la depresión o la ansiedad, ya que casi
siempre este aspecto está seriamente dañado.
Cuando veamos que nos juzgamos de una manera poco sana o que nos va creando pensamientos negativos, lo primero es intentar parar estos pensamientos y valorar porque nos estamos diciendo ciertos mensajes. Poder conocer que función tienen y porque surgen es importante para poder saber como gestionarlos. Analizarlos y valorar si se ajustan a la realidad. No siempre es una tarea fácil, pero ejercitarlo puede ser una buena manera de comenzar a contrarrestar el poder que en muchas ocasiones ejercen en nosotros. También el hablar con las personas de nuestro alrededor puede ser útil para "vernos" desde fuera y desmontar las creencias que podamos tener de como los demás nos ven. Esta herramienta es muy positiva porque nos ayuda a tener una versión más realista de nosotros mismos a través de la mirada del otro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario