sábado, 9 de mayo de 2020

Psicoterapia online

Recibir terapia psicológica puede ser un paso difícil por diferentes motivos. 
Ya sea porque no se conoce como es el proceso, así como por las dificultades que se dan por no querer afrontar el problema, el hecho es que no es fácil acudir a recibir sesiones de terapia, también por el tabú que existe sobre este tema. 
El hecho de no conocer a la persona con la que se va a realizar también puede ser un problema. Es normal que sea difícil tener reticencias sobre contar aspectos personales a un desconocido y se piense que nunca se va a poner solucionar el problema o la inquietud que nos aflige. 
Por ello, en el servicio de terapia online, la primera entrevista es gratuita. Porque es importante conocernos y saber con quién se va a iniciar un proceso tan importante. Además también es conveniente que se conozca el proceso así cómo va a ser el trabajo. 
El paciente siempre debe ser la persona que elija que quiere trabajar y con sus tiempos. Es decir, no hay una manera mecánica y apersonal. El tratamiento se amolda al paciente y a sus circunstáncias, por tanto, mi trabajo se adapta a cada caso. El modelo utilizado es integrador, que se traduce en que cada caso se adapta las diferentes técnicas psicológicas a cada situación. 
Por todo ello, te invito a que puedas dar el paso sin compromiso. 


viernes, 8 de mayo de 2020

Distorsiones cognitivas en la depresión ¿Qué son y cómo nos afectan?

Las distorsiones cognitivas son aquellos pensamientos que no se ajustan a la realidad objetiva y que tenemos sobre nosotros, sobre lo que nos pasa y sobre nuestro entorno. Se podría explicar como llevar puestas unas gafas tintadas que nos hacen ver la realidad de una manera diferente a la realidad. Estos pensamientos, en los diferentes trastornos, son los que fomentan que entremos en una dinámica negativa, siendo el resultado más habitual la depresión, aunque la sintomatología de la ansiedad presenta también pensamientos que no siempre se están ajustando a la realidad.

 

La manera en cómo nos hablamos determina cómo nos vamos sintiendo y cómo nos valoramos. Los mensajes positivos hacía nosotros mismos nos motivan para ir hacía adelante, nos generan bienestar y nos preparan para las adversidades que podamos sufrir. El positivismo, ajustado a la realidad, es decir, no desmesurado, nos ayuda a afrontar las dificultades y a verlas con objetividad, hecho que nos sirve para conocer las habilidades de las que disponemos para afrontarlo.

 

Por el contrario, el lenguaje negativo, dañino y pesimista sólo nos fomenta la depresión y la visión oscura tanto del presente como del futuro. Ese mismo lenguaje empieza siendo leve, ocasional pero poco a poco se va instalando en nuestros pensamientos hasta llegar a ser imperceptibles a nuestra consciencia. Con ello no sólo nos tratamos mal sino que no podemos salir del círculo vicioso en el que nos encontramos.

 

¿Cómo identificarlos?

 

Las distorsiones cognitivas son diversas y variables y se identifican sobretodo por el lenguaje que usan y destacan por aparecer en determinadas situaciones, sobretodo en aquellas en las que nos encontramos mal ya sea por un suceso externo o uno interno.

Identificarlas es esencial para poder controlarlas y llegar a eliminarlas.

 

La clasificación es la siguiente:

 

-         Hipergeneralización: es la tendencia propia de las personas depresivas a explicarse ciertas circunstancias a través de palabras como siempre, nunca, nadie, todos….. A raíz de un cierto acontecimiento, se suele pronosticar el futuro a través de estas palabras.

-         Designación global: es la manera en como etiquetamos a las acciones, a las personas o a nosotros mismos. Se corresponde a las ideas rígidas que surgen durante la depresión y que son difíciles de modificar por la misma rigidez que la rige. Se mueven entre la polaridad de bueno- malo, siendo lo segundo lo más frecuente.   

-         Filtro negativo: es la manera en como vemos la realidad fijándonos solamente en aquello negativo. En un suceso determinado, sólo nos centramos en el aspecto que salió mal pero no en el resto que fue bien.

-         Pensamiento polarizado: sería la manera de pensar centrada en dos polos contrarios: bueno – malo. No hay una manera intermedia que pueda explicar la realidad, sino que esta siempre es analizada de manera polarizada.

-         Autoacusación: culparse de todo lo que sucede, ya sea realmente o no culpa de uno mismo. Excusarse continuamente podría ser una manera de autoacusación.  

-         Personalización: todo tiene que ver con uno mismo, como si fueras el centro del universo. Desde esta perspectiva, hay una comparación y con ella sólo salimos perdiendo, ya que nos valoramos a la baja y, siempre, salimos perdiendo. Hay una reacción defensiva con respecto a todo lo que sucede a nuestro alrededor.

-         Lectura de mente: es la manera en cómo pensamos que los demás lo hacen, basándonos en ninguna evidencia que explique este pensamiento. Es decir, como interpretamos las acciones, pensamientos y acciones de los demás, sin que esta interpretación se ajuste a la realidad objetiva.

-         Magnificación/minimización: es la tendencia a magnificar los fracasos y minimizar los éxitos propios. Cuando valoramos los éxitos y los fracasos de los demás somos más realistas y las justificaciones suelen ser más benevolentes que cuando lo hacemos con nosotros mismos.   

-         Adivinación: como su nombre explica, se trata de adivinar que nos deparará el futuro. Anticiparse y hacerlo de manera catastrofista es habitual en la depresión. Se podría describir con la frase: “Si tiene que salir mal, saldrá mal”.

 

Puede haber más distorsiones y pueden que sean diferentes en cada persona, pero hay una serie de pensamientos que se presentan de manera general y que pueden explicar el cómo nos hablamos de cierta manera.    

 

¿Cómo identificarlas y cómo cambiarlas?

 

Para poder actuar, lo primero que debemos hacer es identificar cuáles son los pensamientos que están actuando. Ir anotándolos es importante para poder conocer en que momentos surgen y cómo nos hacen sentir.

Una vez hecho esto, es una buena herramienta hacer una versión más adaptada del pensamiento, es decir, adaptar o cambiar la distorsión cognitiva por un pensamiento que sea más positivo y que se ajuste más a la realidad.

Puede ser difícil cambiar según que pensamientos, más que nada porque están muy arraigados y pueden ser difíciles de identificar ya que son recurrentes y totalmente aceptados. Hacer esta tarea con otra persona puede ayudar a ser más objetivos.

Finalmente, los pensamientos negativos deben cambiarse por unos más adaptativos y estos se tienen que cambiar cada vez que surjan. Es una tarea difícil pero con la práctica puede ser útil para ajustar los pensamientos a la realidad.

martes, 5 de mayo de 2020

¿Qué es este síndrome?

 

El síndrome del impostor es lo que sienten algunas personas, sobretodo en el ámbito laboral, sobre sus capacidades y su valía. Temen ser descubiertas porque ellas mismas no se consideran suficientemente valiosas y se subestiman, dando lugar a diversas repercusiones en su vida, tanto a nivel personal como profesional. Sienten que los demás se darán cuenta de que son engañados y temen ser un fraude, aunque no haya evidencia real de tal engaño.

 

Aunque es un aspecto psicológico poco conocido, este síndrome es muy común y tiende a ser poco expresado por las personas que lo sienten, aunque cuando estos sentimientos se expresan da a lugar a sentirse reconocido por algunos. Aún así, es muy frecuente en personas que son socialmente exitosas. 

 

¿Cuántos tipos de síndromes se distinguen?

 

Hay diferentes tipos de personas que padecen este síndrome y se pueden clasificar en cinco clases. Se podría reconocer algunos aspectos que son característicos de las personas que lo presentan. Aunque no es necesario que surjan los todos, pueden aparecer en mayor o menor grado.

 

-         Perfeccionista: las personas que sufren el síndrome del impostor tienden a ser perfeccionistas. Esta característica es común ya que se sienten inseguras y el hecho de no sentirse totalmente satisfechas con sus resultados hace que siempre estén buscando la perfección, cosa que nunca llega por su falta de confianza.

-         Experto/a: sienten que no son tan expertos cómo los demás los consideran y temen ser descubiertos por su ineficacia. A nivel laboral, el ser considerados por otros cómo expertos en su área hace que les crea ansiedad ante una situación que creen que no podrán solventar, aunque están capacitados.

-         Sobrecarga (superwoman y superman): son personas que creen que deben asumir muchas tareas, actividades y responsabilidades para así trabajar duro por aquello que desean conseguir, aunque esto les afecte tanto física como psicológicamente.

-         Los individualistas: creen que deben hacer su trabajo de manera individual porque si piden ayuda mostraran su poca capacidad y así podrán ser descubiertas como fraudes. Por esto, también se cargan de tareas y de responsabilidades que daña, a la larga, sus relaciones personales como laborales.

-         Las que creen que deben tener un genio natural: creen que trabajar mucho para conseguir algo no los hace valiosos y que no tienen talento natural para ello, así que si no triunfan a la primera se frustran, reafirmando las creencias que les ha llevado a ser así.

 

¿Qué características tienen las personas que presentan este síndrome?

 

El síndrome del impostor se puede presentar en muchas personas con diferentes características de personalidad, que pueden explicar porque se hace presente en unas y en otras no. Asimismo, la historia de vida de cada uno puede ser una fuente de información con respecto a que aspectos personales han dado lugar a su presencia actual.

 

La baja autoestima es una característica muy presente. El hecho de no sentirse suficientemente bueno hace que el esfuerzo sea mayor para no fallar y ser considerado válido por los demás, aunque esta satisfacción de superación nunca se verá satisfecha, porque siempre la evaluación personal tenderá a ser negativa. Existe un sentimiento de poca validez y de comparación con otros, en los que siempre se suele salir perjudicado. Se suele estar atrapado en este círculo de autoexigencia.

 

El esfuerzo y la persistencia en la mejora hace que el reconocimiento exterior sea positivo y halagador, pero a su vez, el reflejo que se recibe da lugar a una retroalimentación del síndrome. Por temor a ser descubierto o por no creerse como los demás lo ven, la persona sigue creyendo en su poca valía, siendo el reconocimiento un reforzador negativo.

 

En muchas ocasiones, no hay un reconocimiento propio y los objetivos o metas alcanzadas suelen ser menospreciadas, buscando explicaciones externas o que no se ajustan a la realidad. Es decir, cuando se logra un objetivo se suele justificar su logro por acciones excepcionales y no por las cualidades propias que objetivamente son las que explican los éxitos.

 

Las vivencias personales y los mensajes recibidos durante la infancia son un buen referente que puede explicar porque aparece este síndrome en algunas personas.

La exigencia de los padres por ser mejores, por destacar o por justificar el sobreesfuerzo es una explicación dado que valoran el hecho de ser mejores aunque ello no nos haga felices. Si uno ha recibido estos mensajes es posible que para no defraudar sienta que debe esforzarse y con ello empiece a sentir que no es lo suficientemente bueno como los demás lo creen.

El hecho de ser valorados por nuestra inteligencia y por los logros que se consiguen con ella, aumentan la idea que uno sólo será aceptado si sigue siendo excelente. Sólo así será reconocido. La presión consigue que surja ansiedad ante la posibilidad de no estar a la altura y, con ello, ser motivo de fraude. El hecho de valorar más los fracasos y no enseñar a gestionarlos así cómo el poco valor que se puede dar a los éxitos, hacen que sea fácil el sentir que no tenemos más valor que nuestras acciones, dejando de lado la parte más emocional y personal. Estaría muy asociado a la cultura del triunfo, que valora más lo que se consigue que por quién eres.

 

Para reconocer si se sufre este síndrome, hay que autoevaluarse sobre los aspectos anteriormente explicados y que creencias están alimentándolo. Analizar objetivamente los éxitos conseguidos y valorarlos positivamente sin caer en una excesiva humildad que no nos deje felicitarnos por ellos. Reconocer nuestros puntos fuertes y nuestras debilidades nos devolverá la objetividad y los recursos propios para solventar las dificultades, siendo el autoconocimiento la mejor herramienta en nuestras manos.