Blog dedicado al apasionante mundo de la psicología y a tratar todo tipo de temas en los que esta especialidad está implicada.
sábado, 9 de mayo de 2020
Psicoterapia online
viernes, 8 de mayo de 2020
Distorsiones cognitivas en la depresión ¿Qué son y cómo nos afectan?
Las distorsiones cognitivas son aquellos pensamientos que no se ajustan a la realidad objetiva y que tenemos sobre nosotros, sobre lo que nos pasa y sobre nuestro entorno. Se podría explicar como llevar puestas unas gafas tintadas que nos hacen ver la realidad de una manera diferente a la realidad. Estos pensamientos, en los diferentes trastornos, son los que fomentan que entremos en una dinámica negativa, siendo el resultado más habitual la depresión, aunque la sintomatología de la ansiedad presenta también pensamientos que no siempre se están ajustando a la realidad.
La manera en cómo nos hablamos determina cómo nos vamos sintiendo y cómo nos valoramos. Los mensajes positivos hacía nosotros mismos nos motivan para ir hacía adelante, nos generan bienestar y nos preparan para las adversidades que podamos sufrir. El positivismo, ajustado a la realidad, es decir, no desmesurado, nos ayuda a afrontar las dificultades y a verlas con objetividad, hecho que nos sirve para conocer las habilidades de las que disponemos para afrontarlo.
Por el contrario, el lenguaje negativo, dañino y pesimista sólo nos fomenta la depresión y la visión oscura tanto del presente como del futuro. Ese mismo lenguaje empieza siendo leve, ocasional pero poco a poco se va instalando en nuestros pensamientos hasta llegar a ser imperceptibles a nuestra consciencia. Con ello no sólo nos tratamos mal sino que no podemos salir del círculo vicioso en el que nos encontramos.
¿Cómo identificarlos?
Las distorsiones cognitivas son diversas y variables y se identifican sobretodo por el lenguaje que usan y destacan por aparecer en determinadas situaciones, sobretodo en aquellas en las que nos encontramos mal ya sea por un suceso externo o uno interno.
Identificarlas es esencial para poder controlarlas y llegar a eliminarlas.
La clasificación es la siguiente:
- Hipergeneralización: es la tendencia propia de las personas depresivas a explicarse ciertas circunstancias a través de palabras como siempre, nunca, nadie, todos….. A raíz de un cierto acontecimiento, se suele pronosticar el futuro a través de estas palabras.
- Designación global: es la manera en como etiquetamos a las acciones, a las personas o a nosotros mismos. Se corresponde a las ideas rígidas que surgen durante la depresión y que son difíciles de modificar por la misma rigidez que la rige. Se mueven entre la polaridad de bueno- malo, siendo lo segundo lo más frecuente.
- Filtro negativo: es la manera en como vemos la realidad fijándonos solamente en aquello negativo. En un suceso determinado, sólo nos centramos en el aspecto que salió mal pero no en el resto que fue bien.
- Pensamiento polarizado: sería la manera de pensar centrada en dos polos contrarios: bueno – malo. No hay una manera intermedia que pueda explicar la realidad, sino que esta siempre es analizada de manera polarizada.
- Autoacusación: culparse de todo lo que sucede, ya sea realmente o no culpa de uno mismo. Excusarse continuamente podría ser una manera de autoacusación.
- Personalización: todo tiene que ver con uno mismo, como si fueras el centro del universo. Desde esta perspectiva, hay una comparación y con ella sólo salimos perdiendo, ya que nos valoramos a la baja y, siempre, salimos perdiendo. Hay una reacción defensiva con respecto a todo lo que sucede a nuestro alrededor.
- Lectura de mente: es la manera en cómo pensamos que los demás lo hacen, basándonos en ninguna evidencia que explique este pensamiento. Es decir, como interpretamos las acciones, pensamientos y acciones de los demás, sin que esta interpretación se ajuste a la realidad objetiva.
- Magnificación/minimización: es la tendencia a magnificar los fracasos y minimizar los éxitos propios. Cuando valoramos los éxitos y los fracasos de los demás somos más realistas y las justificaciones suelen ser más benevolentes que cuando lo hacemos con nosotros mismos.
- Adivinación: como su nombre explica, se trata de adivinar que nos deparará el futuro. Anticiparse y hacerlo de manera catastrofista es habitual en la depresión. Se podría describir con la frase: “Si tiene que salir mal, saldrá mal”.
Puede haber más distorsiones y pueden que sean diferentes en cada persona, pero hay una serie de pensamientos que se presentan de manera general y que pueden explicar el cómo nos hablamos de cierta manera.
¿Cómo identificarlas y cómo cambiarlas?
Para poder actuar, lo primero que debemos hacer es identificar cuáles son los pensamientos que están actuando. Ir anotándolos es importante para poder conocer en que momentos surgen y cómo nos hacen sentir.
Una vez hecho esto, es una buena herramienta hacer una versión más adaptada del pensamiento, es decir, adaptar o cambiar la distorsión cognitiva por un pensamiento que sea más positivo y que se ajuste más a la realidad.
Puede ser difícil cambiar según que pensamientos, más que nada porque están muy arraigados y pueden ser difíciles de identificar ya que son recurrentes y totalmente aceptados. Hacer esta tarea con otra persona puede ayudar a ser más objetivos.
Finalmente, los pensamientos negativos deben cambiarse por unos más adaptativos y estos se tienen que cambiar cada vez que surjan. Es una tarea difícil pero con la práctica puede ser útil para ajustar los pensamientos a la realidad.
martes, 5 de mayo de 2020
¿Qué es este síndrome?
El síndrome del impostor es lo que sienten algunas personas, sobretodo en el ámbito laboral, sobre sus capacidades y su valía. Temen ser descubiertas porque ellas mismas no se consideran suficientemente valiosas y se subestiman, dando lugar a diversas repercusiones en su vida, tanto a nivel personal como profesional. Sienten que los demás se darán cuenta de que son engañados y temen ser un fraude, aunque no haya evidencia real de tal engaño.
Aunque es un aspecto psicológico poco conocido, este síndrome es muy común y tiende a ser poco expresado por las personas que lo sienten, aunque cuando estos sentimientos se expresan da a lugar a sentirse reconocido por algunos. Aún así, es muy frecuente en personas que son socialmente exitosas.
¿Cuántos tipos de síndromes se distinguen?
Hay diferentes tipos de personas que padecen este síndrome y se pueden clasificar en cinco clases. Se podría reconocer algunos aspectos que son característicos de las personas que lo presentan. Aunque no es necesario que surjan los todos, pueden aparecer en mayor o menor grado.
- Perfeccionista: las personas que sufren el síndrome del impostor tienden a ser perfeccionistas. Esta característica es común ya que se sienten inseguras y el hecho de no sentirse totalmente satisfechas con sus resultados hace que siempre estén buscando la perfección, cosa que nunca llega por su falta de confianza.
- Experto/a: sienten que no son tan expertos cómo los demás los consideran y temen ser descubiertos por su ineficacia. A nivel laboral, el ser considerados por otros cómo expertos en su área hace que les crea ansiedad ante una situación que creen que no podrán solventar, aunque están capacitados.
- Sobrecarga (superwoman y superman): son personas que creen que deben asumir muchas tareas, actividades y responsabilidades para así trabajar duro por aquello que desean conseguir, aunque esto les afecte tanto física como psicológicamente.
- Los individualistas: creen que deben hacer su trabajo de manera individual porque si piden ayuda mostraran su poca capacidad y así podrán ser descubiertas como fraudes. Por esto, también se cargan de tareas y de responsabilidades que daña, a la larga, sus relaciones personales como laborales.
- Las que creen que deben tener un genio natural: creen que trabajar mucho para conseguir algo no los hace valiosos y que no tienen talento natural para ello, así que si no triunfan a la primera se frustran, reafirmando las creencias que les ha llevado a ser así.
¿Qué características tienen las personas que presentan este síndrome?
El síndrome del impostor se puede presentar en muchas personas con diferentes características de personalidad, que pueden explicar porque se hace presente en unas y en otras no. Asimismo, la historia de vida de cada uno puede ser una fuente de información con respecto a que aspectos personales han dado lugar a su presencia actual.
La baja autoestima es una característica muy presente. El hecho de no sentirse suficientemente bueno hace que el esfuerzo sea mayor para no fallar y ser considerado válido por los demás, aunque esta satisfacción de superación nunca se verá satisfecha, porque siempre la evaluación personal tenderá a ser negativa. Existe un sentimiento de poca validez y de comparación con otros, en los que siempre se suele salir perjudicado. Se suele estar atrapado en este círculo de autoexigencia.
El esfuerzo y la persistencia en la mejora hace que el reconocimiento exterior sea positivo y halagador, pero a su vez, el reflejo que se recibe da lugar a una retroalimentación del síndrome. Por temor a ser descubierto o por no creerse como los demás lo ven, la persona sigue creyendo en su poca valía, siendo el reconocimiento un reforzador negativo.
En muchas ocasiones, no hay un reconocimiento propio y los objetivos o metas alcanzadas suelen ser menospreciadas, buscando explicaciones externas o que no se ajustan a la realidad. Es decir, cuando se logra un objetivo se suele justificar su logro por acciones excepcionales y no por las cualidades propias que objetivamente son las que explican los éxitos.
Las vivencias personales y los mensajes recibidos durante la infancia son un buen referente que puede explicar porque aparece este síndrome en algunas personas.
La exigencia de los padres por ser mejores, por destacar o por justificar el sobreesfuerzo es una explicación dado que valoran el hecho de ser mejores aunque ello no nos haga felices. Si uno ha recibido estos mensajes es posible que para no defraudar sienta que debe esforzarse y con ello empiece a sentir que no es lo suficientemente bueno como los demás lo creen.
El hecho de ser valorados por nuestra inteligencia y por los logros que se consiguen con ella, aumentan la idea que uno sólo será aceptado si sigue siendo excelente. Sólo así será reconocido. La presión consigue que surja ansiedad ante la posibilidad de no estar a la altura y, con ello, ser motivo de fraude. El hecho de valorar más los fracasos y no enseñar a gestionarlos así cómo el poco valor que se puede dar a los éxitos, hacen que sea fácil el sentir que no tenemos más valor que nuestras acciones, dejando de lado la parte más emocional y personal. Estaría muy asociado a la cultura del triunfo, que valora más lo que se consigue que por quién eres.
Para reconocer si se sufre este síndrome, hay que autoevaluarse sobre los aspectos anteriormente explicados y que creencias están alimentándolo. Analizar objetivamente los éxitos conseguidos y valorarlos positivamente sin caer en una excesiva humildad que no nos deje felicitarnos por ellos. Reconocer nuestros puntos fuertes y nuestras debilidades nos devolverá la objetividad y los recursos propios para solventar las dificultades, siendo el autoconocimiento la mejor herramienta en nuestras manos.
viernes, 24 de abril de 2020
Zona de confort
miércoles, 22 de abril de 2020
Autoestima
martes, 21 de abril de 2020
Terapia online
martes, 7 de abril de 2020
Duelo por coronavirus
lunes, 30 de marzo de 2020
Terapias de grupo
Como en las terapias individuales, en los grupos se trata un tema en concreto, que es compartido por todos sus miembros, pero también se pueden tratar diversas problemáticas, que tengan una relación en si.
La formación de grupos es heterogénea, es decir, no hay un modelo ha seguir que marque unas pautas estrictas, sino que más bien se busca los beneficios que puede aportar el grupo a cada miembro. Aunque se deben priorizar algunas normas, la creación de un grupo puede hacerse según la franja de edad, situación personal y/o psicológica. Mediante unas entrevistas previas a las sesiones grupales, el terapeuta decide que personas son más o menos adecuadas para el grupo, ya que según cada caso y la situación del mismo, tiene que haber una coherencia en los miembros que conformaran el grupo, ya sea para mejorar a nivel individual como a nivel grupal. Todos sus miembros son importantes y aportan su experiencia y situación a los demás.
Hay diferentes enfoques para las terapias de grupos:
-Según el número de miembros:
Las terapias están formadas por varias personas siendo el número variable, aunque es aconsejable que sea un grupo de 6 a 8 personas, siendo este un grupo pequeño. Si incorporamos a más miembros y es más grande, el número de estos es de 10 a 14 personas.
- Abierto o cerrado:
Hablamos de un grupo abierto cuándo los miembros que lo conforman salen y entran de él, es decir, el grupo no está formado por los mismos miembros del principio a su fin. Suelen ser grupos duraderos y se pueden tratar diversos temas.
Los grupos cerrados están formados por las mismas personas de un principio hasta la disolución del grupo. Hay un compromiso de participación en él, así cómo la confidencialidad.
- Pueden ser de psicoeducación o de una temática en concreto. Hay múltiples grupos donde se trabajan diferentes temáticas y desde diferentes enfoques. Los grupos de psicoeducación están destinados a tratar con familiares de personas que padecen ciertas patologias y que no tienen que estar relacionadas directamente con aspectos psicológicos. Hay grupos de familiares con cáncer, con fibromialgia, u otras dolencias que buscan en estos grupos apoyo y comprensión para afrontar una difícil situación. En ellos se educa para poder hacer frente a esta situación, así cómo sentirse apoyado/a.
Los que se centran en un proceso en concreto están destinados a promover el cambio o la mejora de sus miembros. El trabajo está dirigido a tratar unas patologías y en el trabajo hacía un cambio psicológico.
Las ventajas de participar en un grupo son muchas. Son las siguientes:
- Aunque en ocasiones puede ser difícil, compartir con otros lo que uno está pasando ayuda a no sentirte sólo. Sentirse comprendido y arropado es esencial para la mejora y muy importante en el proceso ya que el grupo ofrece una fuente de retroalimentación para todos sus miembros.
- En muchas patologías esta herramienta es muy beneficiosa ya que puede complementar a una terapia individual y aportar beneficios a corto plazo.
- La retroalimentación del grupo es esencial para la cohesión y el mantenimiento del grupo cómo de todos sus miembros. Todos ejercen un papel, que es igual de importante. No hay jerarquías ni por los miembros del grupo ni por parte del profesional. Involucrarse con los demás ayuda a empatizar, ayudar a los demás y ayuda a ver la situación propia con perspectiva, siendo una herramienta muy valiosa.
- A nivel económico el hecho de participar en un grupo puede ayudar a las personas que, por diversos motivos, no puedan costearse una terapia individual. Los costes de las terapias grupales suelen ser más económicos y los beneficios psicológicos son igual de importantes que a nivel individual.
- Aunque también pueden surgir dificultades en las dinámicas grupales, ya sea entre sus miembros o con la terapia en si, el grupo es un lugar donde también se puede tratar estos problemas ayudando a la cohesión del mismo así cómo a extrapolar las diversas problemáticas fuera del grupo.
jueves, 26 de marzo de 2020
Dietas: la vida detrás de una obsesión
miércoles, 18 de marzo de 2020
La salud mental en tiempos del coronavirus
miércoles, 11 de marzo de 2020
Autoestima: cosas que decimos y que no
En las primeras entrevistas, además del tema principal, van surgiendo otras situaciones de la persona que también le crean malestar y que saturan las defensas psicológicas de la persona. El trabajo del terapeuta es desentrañar todo ese malestar que es explicado como un novillo de lana enredado, para ir desenmarañando el caos en la mente del paciente.
Cuando aparece un malestar, no sólo está presente ese, sino que también viene acompañado de otros que se esconden bajo el amparo de uno mayor, protagonista. Bajo el paraguas del síntoma principal aparecen una multitud de pequeñas compañías que nos describen con mayor claridad que es lo que está sucediendo y cómo lo está viviendo el paciente.
Si vamos a los antecedentes de cada caso, se puede diferenciar un denominador común. Aunque no es una generalidad, ni pretende serlo, la autoestima está dañada. El valor personal está contaminado, tiene heridas que están abiertas y estan infectando al resto.
La autoestima es un valor psicológico importante y es un eje principal para el desarrollo de otras habilidades, ya que es el motor que nos ayuda en múltiples tareas de nuestro día a día. Aunque no la valoramos cómo debería, hay que cuidarla, protegerla y cultivarla. Durante las sesiones surge la idea que la autoestima está dañada porque el lenguaje de la persona así lo refleja. El discurso, los conceptos sobre sí mismo que transmite o las expresiones utilizadas, nos dan pistas de cuanto está dañada esta parte y es una herramienta esencial el recuperarla para poder seguir con la terapia. La base debe ser segura, sinó el resto del trabajo terapéutico será inútil o poco gratificante para el paciente.
Cómo expreso en el título del artículo, la formación de la autoestima se realiza en la infancia y se va desarrollando durante toda la vida. Si bien la primera etapa de la vida es muy determinante para su formación y consolidación, los demás períodos son fundamentales para ver los resultados de que bien consolidada está o si es más bien frágil. Es importante destacar esto, porque la buena base de la autoestima, o por el contrario, la creación de una baja autoestima, son importantes en el futuro de la persona y determinará sus relaciones tanto personales como laborales y consigo misma.
El papel de los padres o de figuras importantes en la vida de los niños es determinante para la base de la autoestima. Los mensajes que transmitimos son muy relevantes y se puede comprobar cómo estos han determinado la trayecto de una persona. La valoración positiva o negativa en edades tempranas crea un precedente para su formación como persona y determinará cómo el niño o niña se situe en el mundo.
Valorar que decimos y cómo lo decimos es muy importante. El apoyo, la comprensión, la escucha activa son factores que activan una buena autoestima. La compañía, el ánimo hacía nuevas experiencias, la comprensión son valores que ensalzan.
Por el contrario, las expresiones que menosprecian, que invalidan, que coaccionan ayudan a creer que no se tiene la validez para desarrollarse, ya que no se tiene valor para ello, condenando a la persona a creer que no es lo suficientemente válida o no tiene potencial para desenvolverse cómo quisiera.
Por todo ello, analizar que mensajes hemos recibido, que tipo de validez nos han aportado es esencial para conocer cómo hemos creado nuestra autoestima. Esencial conocer las bases para reparar el daño y crearla a nuestra manera de una forma más sana y beneficiosa para nuestra salud mental.
martes, 3 de marzo de 2020
Adicciones: la motivación como motor
Este matiz hace falta aclararlo, ya que hay una creencia extendida que si no se quiere padecer una, hay que limitarse a no probar nada que la pueda desencadenar. Si bien es un argumento muy simplista, es un comentario que menosprecia la enfermedad y todo aquello que supone a la persona que la padece como a todo su entorno. La vulnerabilidad por la que hay personas que "caen" o no en una adicción tiene una base biológica que explica porque hay personas más vulnerables y porque otras no. Asimismo hay otras variantes psicológicas y ambientales que pueden ser un reforzador o un protector ante una adicción futura.
El factor que es el más fuerte ante la posibilidad de dejar una adicción es la motivación. Esta tiene que venir de la persona afectada. Da igual que las personas de alrededor sean insistentes, la principal voz que importa es la de uno mismo, ya que es la persona que se va ha enfrentar a esa decisión, siempre y cuando vea que tiene un problema. Si no se produce ese diálogo interno, no surgirá la decisión hacía una rehabilitación.
La motivación es un eje muy importante ya no sólo en el principio, sinó que tiene que seguir vigente durante todo el proceso para progresar. Durante todo proceso de rehabilitación, cómo en otros procesos, hay recaídas. Cuando se producen es importante tener presente las motivaciones que iniciaron el proceso, así como todo aquello que nos anima para proseguir y no dejarse vencer por el bajón que supone la recaída.
La motivación, aparte de ser una herramienta muy importante y casi que decisiva para una rehabilitación con éxito, esta también tiene que estar presente en el entorno más cercano de la persona. La confianza, el apoyo, el confort o el refugio donde acudir son importantes y elementos motivadores que conforman un entramado que configura un buen pronóstico de recuperación del tratamiento. Aportan un soporte alternativo al de la persona que, en ese momento, carece por las consecuencias de la adicción. Por todo ello, en muchas ocasiones es muy difícil salir de una adicción ya que no es simplemente dejarlo y ya está. Existen muchos factores que explican el éxito o fracaso de una rehabilitación.