martes, 2 de mayo de 2017

Hablemos del suicidio (parte 1)


Todos conocemos que acto es el suicidio. Pero ¿realmente sabemos que significa? ¿Le damos la importancia que tiene a nivel social? ¿Por qué no hablamos abiertamente sobre él?



Por un momento voy a dejar de lado la parte psicológica y voy a centrarme en lo social y cultural para poder entender el porque de un acto así, como en el caso de todos los trastornos mentales que nos afectan. Para comprender los temas que nos conciernen hay que ir más allá de la descontextualización de ellos. El hecho de cometer un intento suicida o llevarlo a cabo con éxito no sólo concierne a los facultativos de la salud implicados. Nos implica a todos en la medida que somos integrantes de una sociedad que construimos cada uno de nosotros con nuestros actos. Por ello, que alguien actúe así es resultado de que hay situaciones sociales que fomentamos y que perduran por la pasividad general.



El quitarse la vida no es la simple acción de actuar contra uno mismo. Detrás de este acto existen múltiples situaciones personales que llevan a este final y, personalmente, no creo que tratemos este tema como se merece.

Si de algo sabemos en nuestra cultura es ocultar nuestras vergüenzas, todo aquello que no controlamos es convertido en tabú, siendo relegado a un plano donde sólo aquellos que indagamos asomamos para dejar entrar la luz en los temas más espinosos de la sociedad. Que alguien decida quitarse la vida, no sólo es un fracaso personal, como lo interpretan algunos, es un fracaso social, de todos. Esa persona que actúa de manera tan radical no lo hace como una alternativa como otra más. Pensar que escoge esta vía habiendo otras y que allá con él o ella no es manera de hacer. La desvinculación o la no culpa es la manera como social y culturalmente hemos actuado, sin ir más allá, sin crear una empatía destinada a entender porque alguien decide actuar así y tratar de ser más comprensibles, de igual manera que lo haríamos en otras situaciones.



La vergüenza es un factor importante. Cuando alguien ha muerto en una familia de esta manera, se intenta ocultar, como no hace mucho se escondía que alguien desapareciera por cáncer. Se sigue transmitiendo cómo un acto denigrante, no sólo para el fallecido, sino para la familia que debe buscar alguna causa menos “vergonzosa”. ¿Por qué de esta manera de actuar?

Por un lado, el que un miembro de una familia finalice su vida de este modo supone un fracaso en el núcleo familiar, ya que no han podido hacer nada para evitarlo. La culpabilidad asalta sus mentes y la ocultación puede ser un mecanismo para evitar que los demás también los hagan culpables.

Por otra parte, vivimos dentro de una cultura que no acepta la muerte y, por ende, no habla de ella. Se evita aceptar que un día no estaremos y vamos transmitiendo de generación en generación  la no aceptación de esta realidad, que es dura, pero es la que hay. Por todo ello, si ya nos cuesta vivir una muerte cercana y superarla, aceptar que alguien se quite la vida de manera voluntaria es una tarea difícil de asumir.



Las instituciones tampoco hacen nada relevante para que esta situación mejore. No existen suficientes medios que traten los suicidios y los parasuicidios. Existen protocolos que se aplican cuando ya ha habido un intento, pero no se ponen los medios para evitar llegar a este punto.

El suicidio es un acto que está estrechamente ligado a los trastornos mentales y no hay que banalizarlo, porque por mucho que no hablemos de él, sigue estando ahí.



Cuando éramos pequeños nos decían que los monstruos no existían, que no vivían debajo de la cama ni del armario, por desgracia el monstruo del suicidio si que habita en muchas mentes y ese sí que es real.


martes, 18 de abril de 2017

Cuando acudir a un psicólogo

¿Cuando debemos ir a un profesional? Esta es la pregunta que muchas personas se hacen. No hay una respuesta concreta.
¿Cuando irías al médico si te encontrarás mal? Ha esta pregunta muchas personas si que serían contundentes con la respuesta, en cambio, en la anterior no tanto.
¿Por qué dudamos tanto a pedir ayuda a un profesional de la salud mental? La mente es igual de importante que los malestares físicos, pero no cuidamos de ella de la misma manera. Ya sea por vergüenza o porque no nos han enseñado a darle mayor importancia, acudir a un psicólogo no es tan fácil.

De igual manera que haríamos con cualquier otro especialista médico, se debe ir a un psicólogo/a en las siguientes situaciones:

- Cuando se padezca un malestar psicológico importante que no ha sido capaz de solucionar por si mismo.
- Cuando ese malestar está perdurando en el tiempo y ha empeorado.
- Cuando se presenta una situación que, por las características que sean, supone o crea una dificultad en la vida de la persona que lo sufre.
- Si el hablarlo con familiares y amigos no ha encontrado alivio o una mejora de su situación, es momento de acudir a un especialista.
- Si se presenta una sintomatología que no es habitual en la vida del paciente, como por ejemplo, una tristeza sin causa aparente, un período ansioso, etc.
- Si la calidad de vida ha bajado a causa del malestar que se presenta.
- A causa de la situación se han dejado de disfrutar con aquellas cosas con las que antes se hacía, o esta misma situación afecta a una área importante de su vida.

Generalmente, existen reticencias a ir a una psicólogo o psiquiatra. Con él o ella hay que hablar, existe una interacción mucho más extensa que con cualquier médico y no todos se sienten cómodos con ello. El tratamiento no consiste en tomar un medicamento y ya está. Este va más allá y supone un esfuerzo por parte del paciente, que usualmente, no está acostumbrado. En la medicina tradicional hay dos figuras: el médico y el paciente. El primero ejerce de profesional, el que dirige la situación, es la figura activa, la que lleva las riendas. El paciente no tiene control de la situación ya que su papel es la de atender a las explicaciones del profesional y seguir sus consejos y tratamientos.
En cambio, en una terapia psicológica el paciente como el profesional ejercen un papel más equitativo, ya que el cliente debe tener un papel más activo durante la sesión, siendo su interacción lo esencial para la práctica clínica.

Por otro lado, el hecho de ir a un profesional da por hecho que asumimos que algo no va bien, que necesitamos ayuda, y muchos y muchas creen que el no haber superado ellos mismos ese bache lo viven como un fracaso.

Pedir ayuda a un profesional de la salud mental debe dejar de ser un tabú o ser asumido como algo a lo que debemos avergonzarnos. La mente es muy importante porque tiene una influencia determinante en el cuerpo y en nuestro día a día. Sentirse bien no es sólo físico, sentirse bien es un estado psíquico, más influyente de lo que pensamos.


miércoles, 29 de marzo de 2017

Cine y psicología






Más allá de las alfombras rojas, el glamour y los líos sentimentales que protagonizan las actrices y actores, el cine tiene una relación muy estrecha con la psicología.



El cine no es sólo cine. Más allá de ser un entretenimiento, el cine nos acerca a otras realidades, a otras vidas. Ver una película es una experiencia en la que ponemos nuestros sentidos y nos acerca a entender a sus protagonistas en sus hazañas.



Reímos, lloramos, nos angustiamos, nos enfadamos, sentimos impotencia, rabia, miedo y más sentimientos que seguramente me deje, que hacen que ver una película sea algo más que sentarse delante de una pantalla a pasar el rato.

Dos horas no son sólo una actividad de placer, sino que podemos entrenar nuestra empatía, afinarla, cuestionar nuestras creencias, conocer otras realidades y ponernos en la piel de sus protagonistas en sus experiencias.



En general, el cine tiene un alto contenido psicológico, porque la vida la tiene y, el cine es un reflejo de la realidad, de la vida.

Muchos directores/as se han acercado al mundo de lo psicológico centrando sus guiones en trastornos psicológicos específicos. Ya sea con un resultado óptimo o no, han conseguido transmitir a través de sus largometrajes diferentes patologías que no son ficción y afectan a personas reales.



El uso de diversos trastornos en los films transmite al público dos ideas contrapuestas sobre las diferentes patologías. La positiva es la concienciación sobre los trastornos mentales y sobre la afectación en la vida de aquellos que los padecen, ayudando a la empatía. Por otro lado tenemos la versión más negativa: la idea errónea y peligrosa de ciertas patologías, no ajustándose a la realidad.



Un ejemplo claro es el manejo de la psicopatía en el cine. Todos pueden dar una descripción de un psicópata, basándose en los perfiles que las películas han dado de este trastorno. Esta ficción no se ajusta a la realidad del trastorno. Los medios de comunicación tampoco ayudan mucho al respecto. Cuando se habla de psicópatas siempre se hace de personas que han matado o han cometido actos violentos. Más allá de esta distorsión, el perfil psicópata se manifiesta en muchos aspectos de la vida del afectado y no se centra en quitar la vida a nadie.



Diferentes ejemplos de películas que tratan la psicopatía:



-         American Psycho (2000). Mary Harron

-         El silencio de los corderos (1991). Jonathan Demme

-         La naranja mecánica (1971) Stanley Kubrick

-         Seven (1995) David Fincher

-         Tenemos que hablar de Kevin (2011) Lynne Ramsay

-         Funny games (2007) Michael Haneke

-         El perfume (2006) Tom Tykwer

jueves, 2 de marzo de 2017


Salud mental vs salud física




“Si tienes depresión es porque quieres”, “Estas así porque no quieres mejorar”, “Yo no tengo depresión porque no tengo tiempo”, “¿Por qué no intentas animarte?”, y otras perlas como estas son las que te encuentras cuando se habla de enfermedades mentales, o cuando padeces una.

En cambio cuando alguien sufre una enfermedad física no se hacen esos comentarios o no se dan esos consejos tan desafortunados. No se oye a alguien decirle a otro que trate de mejorar o tener buen ánimo, en el caso de padecer un cáncer. Entonces, ¿Por qué una persona que sufre una enfermedad mental tiene que hacerla sentir menos? ¿Por qué le hacen sentir como si lo que sufre fuese culpa suya?

Diversas situaciones o ciertos comentarios son muy desafortunados pero esconden una realidad que va más allá del ámbito social. El trato y la visión distorsionada hacia los trastornos mentales proviene de la administración pública que no le da la importancia que debería, escenificada con las dotaciones económicas insuficientes que se suministran para tal fin, y que se ha ido transmitiendo a lo largo de los años.

He llegado a diferentes conclusiones de porqué esto es así. Y son estas: 

* Primera conclusión: las personas no tratan igual una enfermedad física  como una mental. El porqué de esto supongo que se basa en la ignorancia hacía ciertas enfermedades y sobre el desconocimiento de como se producen y de como se desarrollan. No tenemos cultura para hablar de ciertas enfermedades y, una vez hablamos claro sobre el cáncer (ya no denominándolo larga enfermedad), ahora es el turno de los trastornos mentales.

* Segunda conclusión: existe un tabú sobre el padecer una enfermedad mental. A tenor de lo primero, el desconocimiento hace que, en general, se cree un tabú social hacía lo ajeno y desconocido. El simple hecho de ser algo de lo que no se habla abiertamente se ejemplifica en como se suele ocultar el tomar medicamentos psiquiátricos y/o acudir a un especialista de la salud mental, como puede ser una psicólogo o psiquiatra.

* Tercera conclusión: los servicios sanitarios, más concretamente, las administraciones públicas, no ponen voluntad para tratar las enfermedades mentales y siguen sin equipararlas a las enfermedades físicas. Actualmente, la OMS alerta del incremento de las enfermedades mentales, más concretamente de la depresión como primera causa de enfermedad en el mundo. Si existe está realidad, ¿por qué no se ponen los mismos medios que con otras dolencias?

* Cuarta conclusión: las enfermedades mentales no se ven. Es decir, parece que al no poder detectar cambios físicos que acrediten la dolencia, no exista. Puedes sufrir depresión, ansiedad u otros trastornos, pero si continuas con tu vida y con tus obligaciones laborales o familiares parece que no estas enfermo. Tenemos una creencia muy firme que relaciona el estar enfermo con estar en cama o en casa, convaleciente. Pero no es así. Por ello, quien sufre un trastorno mental no es visto como alguien que realmente este enfermo.

Por todo ello, se debe hacer más concienciación social sobre los trastornos mentales, eliminando creencias o estereotipos que abundan en el imaginario popular y que sólo consiguen postergar una idea errónea e inadecuada de los trastornos mentales.


jueves, 16 de febrero de 2017

Terapia online


La práctica psicológica se está adaptando a las nuevas tecnologias y tiene que beneficiarse de ellas a través de sus múltiples ventajas.

La terapia online es una manera de aplicar la ayuda psicológica en este medio sin que ello signifique perder calidad en la intervención. Sus mecanismos son los mismos que una terapia presencial, pero con la diferencia de que no hay que desplazarse a ningún centro o consulta, suponiendo una economización de tiempo y dinero para el cliente/paciente.

Más allá de la valoración positiva a nivel económico hay otras ventajas a destacar. Son las siguientes:

- Comodidad: al evitarse el desplazamiento, es más cómodo para el cliente y más económico.

- Economiza los costes de desplazamiento.

- Asimismo, también una optimización del tiempo (algo muy apreciado en nuestros días)

- Es económicamente más asequible: las tarifas son más económicas y más asumibles para la mayoria.

- Mayor intimidad y privacidad: el cliente se siente más cómodo para hablar con el terapeuta, ya que lo hace desde su domicilio o desde un lugar donde sentirse relajado. La atención telefónica ofrece más privacidad al no haber contacto visual, siendo una buena opción para muchos.

- La no presencia física del psicólogo/a produce un efecto de deshinibición que favorece que el cliente se "abra" al terapeuta, dando lugar a una terapia más dinámica y favorecedora para el cliente.

- Proporciona asistencia immediata y urgente en situación de crisis.

- Desaparecen las barreras geográficas. Uno puede ser atendido por el profesional que desee, aun cuando este esté en otro punto geográfico.

- Modalidad muy apropiada para personas que viven en el extranjero y desean recibir terapia en su lengua.

- Asistencia para personas con movilidad reducida.

- Asimismo, también es una ventaja para aquellas personas que salir es parte de su problema, acercándoles la terapia a sus casas.

- La terapia online da más flexibilidad horaria, adaptandose a las necesidades del cliente.

- Esta modalidad da la oportunidad de recibir terapia aun estando de viaje o en circunstancias que en la modalidad presencial serían inviables.

- Opción muy viable y válida para personas que se encuentran cómodas con el medio interactivo y estan familiarizadas con Internet.



La tecnologia nos da muchas opciones para recibir terapia pero también tiene sus desventajas y, aun siendo mínimas, sí que las hay. No todas las personas pueden beneficiarse de ella y, en muchos casos, deben acudir a terapia presencial, beneficiandose de sus innumerables ventajas.

Las desventajas de la terapia online son las siguientes:

- No es apta para trastornos graves o muy graves.

- Tampoco para trastornos psicóticos o de personalidad.

- En caso de riesgo de suicidio o de tener tendencia a realizar un acto, es más idoneo acudir a un/a psicólogo/a presencial.

- Esta modalidad no es apropiada para personas que no tengan un dominio suficiente del ordenador o del medio interactivo, como puede ser el caso de personas de la tercera edad.

- Puede ser un medio por el que no se tenga la intimidad total en la realización de la terapia, ya que puede haber personas escuchando ( por ejemplo, familiares o amigos/as en el domicilio) del cliente. Esto se puede solventar concertando cita en una hora en la que se pueda estar solo/a o, en caso de no ser posible, realizar la terapia por chat escrito.
El hecho de poder hacer terapia a través de la red posibilita la democratización de las mismas, porque los profesionales rebajan sus precios en beneficio de los clientes y, con unas tarifas más asequibles, muchas más personas pueden beneficiarse de un tratamiento psicológico, que de una manera más convencional no podrían costearse (por los precios, en muchos casos, bastante elevados).

viernes, 10 de febrero de 2017

¿PARA QUE SIRVE LA PSICOLOGÍA?


¿PARA QUE SIRVE LA PSICOLOGÍA?



Definir la psicología es una hazaña complicada y sería muy simplista reducir todo aquello que implica en una frase.

La psicología está en todas partes. No sólo en las consultas de los profesionales, sino está en todo aquello que nos rodea. Para la mayoría no es un hecho visible, pero es así. Sino lo creéis, pensad en todo aquello en lo que pueda estar implicada la psicología y te sorprenderás.

Poco a poco la psicología se va adentrando en nuestras vidas de igual manera que anteriormente lo han hecho otras disciplinas. Pero, a diferencia de estas, lo psicológico no tiene el mismo recibimiento.

Nadie dice abiertamente que va al psicólogo, lo oculta como si estuviera cometiendo un delito. En cambio, si hablamos de si vamos al médico ya sea de la especialidad que sea no existe este tabú.

La relación es sencilla: psicólogo=loco. Tristemente se hace esta asociación. De igual manera que ir al médico no significa estar moribundo, acudir a un profesional de la psicología no es sinónimo de estar “loco” (entrecomillar esta palabra es por no parecerme correcta en su utilización).

Este primer post es de reivindicación por el simple hecho de que me apasiona la psicología y, en cierta manera, me duele que exista la falsa creencia que un profesional sólo trata con personas que no están en un estado mental óptimo, porque no es así. No es necesario ir a un psicólogo porque tengas un trastorno de personalidad o una depresión. Existe multitud de situaciones personales, profesionales o de diferentes etapas de la vida en las que necesitamos una ayuda que sólo nos la puede brindar un profesional.

La salud mental es tan o más importante que la salud física y, en términos generales, no le damos la misma importancia. Un error que cometemos todos es sobrevalorar una disciplina que trata la mente humana para conocer los procesos que hacen que seamos lo que somos, pero que además ayuda en aquellos procesos o períodos en los que no podemos valernos de nosotros mismos para seguir adelante. Va más allá de los conocidos trastornos del ánimo, y está en todas partes. Como dice la canción “Love is in the air”, la psicología está en el aire.