lunes, 30 de marzo de 2020

Terapias de grupo


Las terapias de grupo es la intervención psicológica que se realiza con más personas que comporten entre si la misma problemática. En ellas se realiza una sesión psicológica igual a una individual pero siendo esta compartida con más personas. Aunque las sesiones son dirigidas por un/a psicológo/a, el grupo también puede intervenir para ayudar y dar apoyo.
Como en las terapias individuales, en los grupos se trata un tema en concreto, que es compartido por todos sus miembros, pero también se pueden tratar diversas problemáticas, que tengan una relación en si.




La formación de grupos es heterogénea, es decir, no hay un modelo ha seguir que marque unas pautas estrictas, sino que más bien se busca los beneficios que puede aportar el grupo a cada miembro. Aunque se deben priorizar algunas normas, la creación de un grupo puede hacerse según la franja de edad, situación personal y/o psicológica. Mediante unas entrevistas previas a las sesiones grupales, el terapeuta decide que personas son más o menos adecuadas para el grupo, ya que según cada caso y la situación del mismo, tiene que haber una coherencia en los miembros que conformaran el grupo, ya sea para mejorar a nivel individual como a nivel grupal. Todos sus miembros son importantes y aportan su experiencia y situación a los demás.


Hay diferentes enfoques para las terapias de grupos:


-Según el número de miembros:

Las terapias están formadas por varias personas siendo el número variable, aunque es aconsejable que sea un grupo de 6 a 8 personas, siendo este un grupo pequeño. Si incorporamos a más miembros y es más grande, el número de estos es de 10 a 14 personas.


- Abierto o cerrado:

Hablamos de un grupo abierto cuándo los miembros que lo conforman salen y entran de él, es decir, el grupo no está formado por los mismos miembros del principio a su fin. Suelen  ser grupos duraderos y se pueden tratar diversos temas.

Los grupos cerrados están formados por las mismas personas de un principio hasta la disolución del grupo. Hay un compromiso de participación en él, así cómo la confidencialidad.


- Pueden ser de psicoeducación o de una temática en concreto. Hay múltiples grupos donde se trabajan diferentes temáticas y desde diferentes enfoques. Los grupos de psicoeducación están destinados a tratar con familiares de personas que padecen ciertas patologias y que no tienen que estar relacionadas directamente con aspectos psicológicos. Hay grupos de familiares con cáncer, con fibromialgia, u otras dolencias que buscan en estos grupos apoyo y comprensión  para afrontar una difícil situación. En ellos se educa para poder hacer frente a esta situación, así cómo sentirse apoyado/a.
Los que se centran en un proceso en concreto están destinados a promover el cambio o la mejora de sus miembros. El trabajo está dirigido a tratar unas patologías y en el trabajo hacía un cambio psicológico.


Las ventajas de participar en un grupo son muchas. Son las siguientes:


- Aunque en ocasiones puede ser difícil, compartir con otros lo que uno está pasando  ayuda a no sentirte sólo. Sentirse comprendido y arropado es esencial para la mejora y muy importante en el proceso ya que el grupo ofrece una fuente de retroalimentación para todos sus miembros.


- En muchas patologías esta herramienta es muy beneficiosa ya que puede complementar a una terapia individual y aportar beneficios a corto plazo.

- La retroalimentación del grupo es esencial para la cohesión y el mantenimiento del grupo cómo de todos sus miembros. Todos ejercen un papel, que es igual de importante. No hay jerarquías ni por los miembros del grupo ni por parte del profesional. Involucrarse con los demás ayuda a empatizar, ayudar a los demás y ayuda a ver la situación propia con perspectiva, siendo una herramienta muy valiosa.


- A nivel económico el hecho de participar en un grupo puede ayudar a las personas que, por diversos motivos, no puedan costearse una terapia individual. Los costes de las terapias grupales suelen ser más económicos y los beneficios psicológicos son igual de importantes que a nivel individual.


- Aunque también pueden surgir dificultades en las dinámicas grupales, ya sea entre sus miembros o con la terapia en si, el grupo es un lugar donde también se puede tratar estos problemas ayudando a la cohesión del mismo así cómo a extrapolar las diversas problemáticas fuera del grupo.






jueves, 26 de marzo de 2020

Dietas: la vida detrás de una obsesión


A lo largo de nuestra vida y a nuestro alrededor vemos cómo nos ponemos a dieta para perder esos kilos que vamos acumulando o para prepararnos para un acontecimiento especial como puede ser la cercanía del verano, una boda u otro acto donde se prioriza lo estético y la presencia exterior.



Hay quién hace dieta porque se ha sobrepasado en un espacio corto de tiempo, o que, después de una etapa quiere mejorar su alimentación. Pero, en muchas ocasiones, hay personas que siempre están controlando lo que comen. ¿Qué hay detrás de este control?
                                         




No necesariamente el controlar la ingesta de alimentos tiene que esconder un trastorno. Todo lo contrario. Hay que tener un equilibrio en nuestra dieta para evita así ciertas patologías vinculadas directamente a nuestro consumo, pero el control excesivo si que puede ocultar una patología relacionada con un trastorno psicológico.



Hay quien vive en una dieta eterna, donde las restricciones y la excesiva rigidez en aquello que ingiere sobrepasan la obsesión. No hay permiso para darse un capricho ni una concesión al estricto régimen porque ello es percibido cómo una debilidad y tal hecho se debe evitar, ya que ello puede desencadenar en una vorágine que no va a poder controlar.

Hay miedo a perder el control y no tanto por los quilos. Es más bien el miedo a la pérdida de capacidad sobre la voluntad propia y cómo todo ello va a repercutir en otros aspectos.



Las pacientes (en femenino, porque son en su mayoría chicas y mujeres) fijan su obsesión en este aspecto de su vida porque es la única área donde pueden ejercer ese poder y donde pueden manejar un control exhaustivo y rígido. Las situaciones cuotidianas y del día a día donde las circunstancias generalmente no siempre podemos gestionar ni manejar bajo nuestro control, pueden generar ansiedad y inquietud. Esa intranquilidad puede ser no bien gestionada porque, es posible, que no dispongamos de las herramientas que nos ayuden a lidiar con estas situaciones. El hecho de trasladar el control sobre la propia alimentación hace que se cree una falsa sensación de seguridad, aunque realmente no existe tal seguridad propia y el hecho de ejercerla en otra área calma el malestar que puede crearse en otros aspectos donde no podemos o no sabemos controlar.



Cuándo la situación se prolonga en el tiempo, la sensación de control se instala de tal manera que sigue ejerciendo un poder difícil de eliminar, pero que realmente no es así. Tal control oculta unas carencias que hay que derribar y son asumibles en todos los casos.

El primer paso a seguir es la identificación. Generalmente no es un secreto llegar a identificar que son las carencias que tenemos y que actúan en cada momento, es decir, que es la inquietud real que nos está provocando malestar y que enmascaramos ejerciendo el control en otra área.



Para derribar la rigidez y la autoexigencia, hay herramientas psicológicas y aplicadas que ejercen un poder, casi mágico, sobre las creencias y los actos que están perpetuando la situación y que ayudan a desestabilizar la situación.

El problema deja de ser el centro de la vida de la persona, evocando y centrando la atención en otra área y quitándole la importancia que anteriormente se le ha dado. El foco de atención se centra en otros aspectos y el poder que, en un principio era para la estricta alimentación, se difunde en otros aspectos también relevantes para la paciente y que hasta el momento estaban alejados de su foco de atención.

El objetivo principal es desbloquear a la persona que viene estancada y centrada en un área y ayudarla a encontrar solución a una situación por la que carece de herramientas.


miércoles, 18 de marzo de 2020

La salud mental en tiempos del coronavirus


La pandemia que estamos viviendo esta poniendo a prueba a todo el mundo, a todos los niveles, tanto a nivel social, económico y, sobretodo, al sistema sanitario. El virus se ha extendido de una manera muy eficaz por todo el mundo y está poniendo a prueba a todos los sistemas de salud y a todos los ciudadanos. La defunciones por la pandemia va creciendo sin saber muy bien todo esto cuando va a acabar y de que manera, de cuales van a ser las consecuencias que el paso de este virus va a repercutir en todas las sociedades.



Sin olvidar la parte biológica, la salud mental es quizás una parte muy importante ya que su papel es muy relevante para poder vivir este episodio mundial de una manera más llevadera y sin salir muy perjudicado.



En primer lugar hay que tener en cuenta la incertidumbre. En términos generales, esta sensación es desagradable porque nos hace estar hiperatentos y tensos ante lo que nos viene. El desconocimiento y sus consecuencias nos crea malestar. Un malestar que no sabemos gestionar, sobretodo cuando nos exponemos a una situación en la que anteriormente no hemos tenido experiencia. En esta ocasión hay una incertidumbre global, ya que antes no nos habíamos expuesto a una situación como esta. El hecho que sea algo global puede tener dos vías: que nos sintamos más tranquilos, ya que al ser extensible a todos, la sensación de no ser único que se va ha enfrentar a ello puede proporcionar una sensación de confort. El hecho de poder compartirlo con los demás nos calma y nos ayuda a sentirnos en comunidad, aunque sea en la incertidumbre. Contrariamente, el malestar que podamos sentir sea aún mayor con la cantidad de información de tenemos todos los días y, que no es especialmente tranquilizadora. La sobreinformación puede ser un causante directo de incertidumbre, ya sea porque la mismas fuentes no son muy fiables y por los cambios constantes de datos, cifras y diferentes situaciones que se van dando.



A nivel global, se está apostando por la cuarentena. En principio será de dos semanas, pero ya nos van informando de que puede que sea de más días. El confinamiento es una medida para poder parar el número de contagios, pero a nivel mental puede ser una fuente de problemas.

Ideas para no caer en vicios, en ciclos de apatía, depresión, ansiedad o aburrimiento.



-       Levantarse por la mañana siempre a una misma hora. El hecho de seguir unos horarios nos ayuda a mantener las rutinas diarias y a no variar los hábitos que seguimos en circunstancias normales.

-       Cambiarse de ropa. Mejor no estar todo el día en pijama. Ponerse otra ropa, que sea cómoda, ayuda a despojarse de la idea de estar de fiesta. Ayuda a verse mejor y, por tanto, más activo.

-       Mantener unos horarios y unas rutinas. Tanto si se trabaja en casa como si no, es conveniente seguir unos horarios, de igual manera cómo si se fuera a trabajar. Ayuda a tener el control del tiempo, la organización y que el tiempo sea provechoso tanto laboralmente como de ocio.

-        Aprovechar para esas tareas pendientes. Ya sean obligaciones caseras como actividades de ocio, como leer ese libro pendiente o esa lista de películas que por las que nunca hay tiempo, es aconsejable distribuir el tiempo para que podamos disfrutar de espacios de ocio que nos ayuden a mitigar el tedio que puede causar el confinamiento.

-       Se aconseja realizar ejercicio físico. Si no lo practicamos en situaciones normales, raramente será posible que empecemos en casa, donde, por lo general, el espacio es más limitado. Caminar por casa, estirar el cuerpo son actividades que no conllevan mucho esfuerzo físico y pueden ayudar para no caer en una monotonía física y mental.
 -  La alimentación también es un elemento importante. No caer en vicios. Mantener los horarios, e intentar no picar entre horas. El hecho de no realizar actividad física normal hace que no gastemos tantas calorías, por ello el hecho de picar alimentos, generalmente, muy calóricos, nos va a ayudar a aumentar de peso y haciendo que nos sintamos peor.  



Habrá muchas más posibilidades para realizar en casa pero lo más esencial es mantener una rutina. Mantener un orden del tiempo, ayuda a mantener un orden mental.  

jueves, 12 de marzo de 2020

miércoles, 11 de marzo de 2020

Autoestima: cosas que decimos y que no

En la consulta aparecen los pacientes con un problema principal, un malestar que está dificultando su vida y que quieren mejorar para sentirse mejor. A veces es la ansiedad, otras la depresión, la tristeza, la pérdida,.... Hay multitud de maneras en las que el malestar se presenta y nos incomoda hasta que damos el paso para ponernos de cara hacía él y combatirlo. En general, no tenemos las herramientas adecuadas para hacerlo o no disponemos del valor para hacerlo y, por ello, pedimos ayuda. Alguien que nos ayude, que nos guie y que nos apoye en un momento doloroso, pero que es necesario para seguir adelante. Hay que cruzar el puente para seguir el camino.

En las primeras entrevistas, además del tema principal, van surgiendo otras situaciones de la persona que también le crean malestar y que saturan las defensas psicológicas de la persona. El trabajo del terapeuta es desentrañar todo ese malestar que es explicado como un novillo de lana enredado, para ir desenmarañando el caos en la mente del paciente.

Cuando aparece un malestar, no sólo está presente ese, sino que también viene acompañado de otros que se esconden bajo el amparo de uno mayor, protagonista. Bajo el paraguas del síntoma principal aparecen una multitud de pequeñas compañías que nos describen con mayor claridad que es lo que está sucediendo y cómo lo está viviendo el paciente.

Si vamos a los antecedentes de cada caso, se puede diferenciar un denominador común. Aunque no es una generalidad, ni pretende serlo, la autoestima está dañada. El valor personal está contaminado, tiene heridas que están abiertas y estan infectando al resto.

La autoestima es un valor psicológico importante y es un eje principal para el desarrollo de otras habilidades, ya que es el motor que nos ayuda en múltiples tareas de nuestro día a día. Aunque no la valoramos cómo debería, hay que cuidarla, protegerla y cultivarla. Durante las sesiones surge la idea que la autoestima está dañada porque el lenguaje de la persona así lo refleja. El discurso, los conceptos sobre sí mismo que transmite o las expresiones utilizadas, nos dan pistas de cuanto está dañada esta parte y es una herramienta esencial el recuperarla para poder seguir con la terapia. La base debe ser segura, sinó el resto del trabajo terapéutico será inútil o poco gratificante para el paciente.

Cómo expreso en el título del artículo, la formación de la autoestima se realiza en la infancia y se va desarrollando durante toda la vida. Si bien la primera etapa de la vida es muy determinante para su formación y consolidación, los demás períodos son fundamentales para ver los resultados de que bien consolidada está o si es más bien frágil. Es importante destacar esto, porque la buena base de la autoestima, o por el contrario, la creación de una baja autoestima, son importantes en el futuro de la persona y determinará sus relaciones tanto personales como laborales y consigo misma.

El papel de los padres o de figuras importantes en la vida de los niños es determinante para la base de la autoestima. Los mensajes que transmitimos son muy relevantes y se puede comprobar cómo estos han determinado la trayecto de una persona. La valoración positiva o negativa en edades tempranas crea un precedente para su formación como persona y determinará cómo el niño o niña se situe en el mundo.

Valorar que decimos y cómo lo decimos es muy importante. El apoyo, la comprensión, la escucha activa son factores que activan una buena autoestima. La compañía, el ánimo hacía nuevas experiencias, la comprensión son valores que ensalzan.
Por el contrario, las expresiones que menosprecian, que invalidan, que coaccionan ayudan a creer que no se tiene la validez para desarrollarse, ya que no se tiene valor para ello, condenando a la persona a creer que no es lo suficientemente válida o no tiene potencial para desenvolverse cómo quisiera.

Por todo ello, analizar que mensajes hemos recibido, que tipo de validez nos han aportado es esencial para conocer cómo hemos creado nuestra autoestima. Esencial conocer las bases para reparar el daño y crearla a nuestra manera de una forma más sana y beneficiosa para nuestra salud mental.

martes, 3 de marzo de 2020

Adicciones: la motivación como motor

La adicción es una enfermedad. Socialmente hay que tratarlo asi, ya que hay una concepción un tanto despreciativa con respecto a las enfermedades adictivas.
Este matiz hace falta aclararlo, ya que hay una creencia extendida que si no se quiere padecer una, hay que limitarse a no probar nada que la pueda desencadenar. Si bien es un argumento muy simplista, es un comentario que menosprecia la enfermedad y todo aquello que supone a la persona que la padece como a todo su entorno. La vulnerabilidad por la que hay personas que "caen" o no en una adicción tiene una base biológica que explica porque hay personas más vulnerables  y porque otras no. Asimismo hay otras variantes psicológicas y ambientales que pueden ser un reforzador o un protector ante una adicción futura. 

En nuestro día a día vemos como hay un número mayor de personas que padecen una adicción. Seguro que conocemos a alguien que le resulta difícil de dejar aquello que, aunque sabe que le hace daño, lo sigue consumiendo sin que pueda controlarlo.

Cuando hablamos de adicciones tendemos a pensar en las sustancias, pero cada vez hay más adicciones que no estan relacionadas con un sustancia en si, sino que se vincula más a actividades que también producen un daño tanto psicológico, personal, laboral y físico.

La ludopatia, la adicción al mòbil, a los videojuegos son un ejemplo de adicciones que no tienen una vinculación directa con una sustancia pero que tienen una repercusión igual de dañina que cualquier sustancia.

Por adicción entendemos la dependencia de una persona hacía una actividad o sustancia que le produce placer. Este es momentáneo y cada vez se depende del  aumento del consumo para alcanzar el mismo placer que se obtenía al principio. Se va creando una dependencia física y psicológica que dificulta cada vez más el poder dejarlo ya que el síndrome de abstinencia es más fuerte.

El factor que es el más fuerte ante la posibilidad de dejar una adicción es la motivación. Esta tiene que venir de la persona afectada. Da igual que las personas de alrededor sean insistentes, la principal voz que importa es la de uno mismo, ya que es la persona que se va ha enfrentar a esa decisión, siempre y cuando vea que tiene un problema. Si no se produce ese diálogo interno, no surgirá la decisión hacía una rehabilitación.

La motivación es un eje muy importante ya no sólo en el principio, sinó que tiene que seguir vigente durante todo el proceso para progresar. Durante todo proceso de rehabilitación, cómo en otros procesos, hay recaídas. Cuando se producen es importante tener presente las motivaciones que  iniciaron el proceso, así como todo aquello que nos anima para proseguir y no dejarse vencer por el bajón que supone la recaída.

La motivación, aparte de ser una herramienta muy importante y casi que decisiva para una rehabilitación con éxito, esta también tiene que estar presente en el entorno más cercano de la persona. La confianza, el apoyo, el confort o el refugio donde acudir son importantes y elementos motivadores que conforman un entramado que configura un buen pronóstico de recuperación del tratamiento. Aportan un soporte alternativo al de la persona que, en ese momento, carece por las consecuencias de la adicción. Por todo ello, en muchas ocasiones es muy difícil salir de una adicción ya que no es simplemente dejarlo y ya está. Existen muchos factores que explican el éxito o fracaso de una rehabilitación.